Un refugio


El hombre primitivo ha detenido su carro, decide que este es un buen lugar para su casa. Elige un claro, abate los árboles demasiado cercanos, allana el terreno de los alrededores, abre el camino que le unirá con el río o con la tríbu que acaba de dejar. Planta las estacas que han de sostener su tienda y la rodea de una empalizada, en la cual pone una puerta. El camino es todo lo rectilíneo que le permiten sus herramientas, sus brazos y su tiempo. Los postes de su tienda describen un cuadrado, un hexágono o un octógono. La empalizada forma un rectángulo cuyos cuatro ángulos son iguales y rectos. La puerta de la cabaña se abre sobre el eje del cercado y la puerta de éste se halla frente a la puerta de la cabaña.
Los hombres de la tribu han decidido albergar a su dios. Lo colocan en un lugar de espacio bien ordenado, lo ponen al abrigo de una choza fuerte, y plantan los postes de la choza formando un cuadrado, un hexágono o un octógono. Protegen la choza mediante una empalizada sólida y plantan los postes donde han de sujetarse las cuerdas de las altas estacas del recinto. Determinan el lugar reservado a los sacerdotes, e instalan el altar y los vasos del sacrificio. Abren una entrada en la empalizada y la colocan en el eje de la puerta del santuario.
Miren un dibujo de tal cabaña, de tal santuario, en un libro de arqueología: ahí tienen el plano de una casa, el plano de un templo. Es exactamente la misma actitud que se encuentra en una casa pompeyana o en un templo de Luxor ... No existe eso que llamamos hombre primitivo; hay únicamente medios primitivos. La idea es poderosa y constante desde el principio mismo.
La mayoría de los arquitectos no han olvidado hoy que la gran arquitectura se halla en los mismos orígenes de la humanidad y que es el producto inmediato del instinto humano?
LE CORBUSIER, Hacia una arquitectura